Estás salvado

Lucho y no lo hago por nadie. Ni siquiera por los miedos que habitan

debajo de mi cama, ni por el diablillo que se esconde en las esquinas de mi

habitación y lo trae consigo. Lo hago solo por mí, porque ya es

hora de dejar de tener los brazos cruzados.

Solo quiero un camino. Volveré a empezar a caminar pero preferiría no volver a

clavarme las piedras que encuentre en las plantas de los pies. No quiero un

camino en línea recta. Las curvas le dan forma, hacen

que sea diferente. Quiero que el camino que elija sea

diferente cada día. Quiero que en cada tramo, aprenda algo nuevo

y diferente. Volveré a caerme, pero al día siguiente, cuando ya me haya

levantado de la caída, me reiré de los errores que la

han producido y continuaré sin mirar atrás.

Cuando el hombre aprende a

reírse de la vida,

de sí mismo y de lo que le rodea,

está salvado.